
Año tras año llegamos hasta esta fecha, sin desmayar jamás, y al contrario, con el corazón rebosante de entusiasmo, empeñados en nuestra eterna tarea de la construcción de una nueva y más perfecta civilización, que nos permita vivir en una Sociedad superior donde la humanidad, en eterna renovación -como el reino vegetal con sus primaveras incomparables, olorosas, pictóricas de vida y alegría-, llegue a cimentarse en un modo de vivir cada vez mejor, cada vez superior, cada vez más perfecto, sin detenerse nunca en la elaboración de un bienestar o felicidad sin límites hacia el porvenir.
Nuestra tarea, no sólo de hoy, sino de siempre, debe ser aquella que haga nacer en el alma humana, así del miserable agente inconsciente de todo lo grande y bello, como de los que se suponen dentro de una civilización, una aspiración incontenible, siempre alimentada a vivir bien, gozando de todo lo que la naturaleza y el trabajo nos da.
Más todavía, nuestra tarea debe ser encender siempre el más impetuoso apetito, diremos, a saborear todo lo agradable de la vida pueda dar, mediante los esfuerzos en cooperación de la humanidad trabajadora.
Pero, en las almas donde no despierta aún, ese apetito, debemos despertarlo, haciendo concebir, haciendo sentir el deseo de una manera de vivir más limpia que la presente.
La tarea puede parecer inabordable, pero no lo es.
Basta ponerse a ello para que los buenos frutos se vean pronto.
Todos los hombres y mujeres de buena voluntad a través del mundo entero están empeñados en inculcar, o en hacer comprender a la humanidad que se puede vivir mucho mejor que hoy con un poco de esfuerzo solamente.
Pues que vivir en una Sociedad mejor organizada que la presente, donde un espíritu de perfecta justicia no nos abandone nunca, puede considerarse como un resumen de nuestra ideal aspiración.
Y hoy día Primero de Mayo, como todos los años, anteriores, renovamos nuestros gritos para repetir que nunca debemos abandonar el deseo de vivir cada vez mejor, y nuestros gritos renovados años tras años, han venido repercutiendo en los corazones proletarios y aumentando sin cesar el número de los que nos acompañan a gritar nuestros deseos.
Y este deseo de vivir mejor es obra constructiva, porque se va creando, se va construyendo en el alma proletaria la modalidad de una vida mejor.
Sigamos, pues, todos y todas, nuestra tarea siempre adelante, en el sentido de obtener que cada hombre o mujer, construya en su imaginación primero el deseo de vivir mejor y después que procure comprender la forma como debemos organizar las actividades de la vida que den por resultado una organización social inteligente, previsora y capaz de garantizar a todos el bienestar mientras dure la vida.
El Primero de Mayo debe ser para nosotros una fecha en que todos renovemos este deseo: ¡luchar para vivir mejor!
¡Viva, pues, el Primero de Mayo!
Luis Emilio Recabarren, Primero de Mayo de 1924