
por Comandante Antonio García del Ejército de Liberación Nacional de Colombia, ELN
El artículo publicado el 4 de mayo en la Revista Cambio, por la supuesta profundidad con que pretender desvirtuar al ELN, precisa de nuestras opiniones. No lo hago con el ánimo de polemizar, menos de irrespetar, pero sí de intentar claridades.
Considero que todos los medios de información tienen la responsabilidad de documentar sus puntos de vista con investigaciones objetivas. Es posible que algunos lean y traten de ilustrarse, pero estamos obligados a ir más allá. Debemos tener en cuenta la otra orilla, si se escribe o se dice con objetividad o prima el atacar al «otro», y es cuando se pierde la objetividad.
Se dice que el ELN «renuncia a la toma del poder», porque no está dispuesto a convertirse en un partido político luego de desmovilizarse. Primero que todo, una verdadera negociación no funciona así, pues primero están los acuerdos de fondo que podrían cambiar la realidad de Colombia y luego si los acuerdos que podrían hacer cambiar las dos partes en el conflicto armado. No puede ser que primero cambie el ELN a como el Gobierno quiere, y Colombia siga igual de injusta y sus instituciones también.
En segundo lugar, el VI Congreso no cambió la estrategia ni los programas por los que se lucha, al contrario, los precisó más y por eso su consiga lo resume: COMPROMISO Y CERTEZA EN LA VICTORIA POPULAR. Hay claridad en la voluntad de vencer, principio fundamental en las organizaciones políticas y militares.
La lucha del ELN va más allá de lo que se ha tratado de ver mecánicamente como la «toma del poder», pues jamás lo vemos como un asalto, sino como una configuración de fuerzas y escenarios donde el pueblo y sus organizaciones sociales, políticas y militares construyan una nueva realidad de transformaciones para Colombia. El cómo vaya a ser no solo depende del ELN, pues el Gobierno y el Estado son los que imprimen el ritmo y la lógica al futuro: si es por la continuidad del conflicto armado o por una solución política con transformaciones.
Jamás el ELN ha renunciado a la lucha por el poder para el pueblo en Colombia, desde luego que no la entiende ni la practica como una lucha de aparatos ni solamente militar, sino una configuración de escenarios de lucha social, política, militar y cultural.
El ELN es una organización revolucionaria de carácter democrático, pero muy centralizada nacionalmente. Nadie es nombrado a dedo. Congreso es quien elige a la Dirección Nacional y al Comando Central, y sus respectivas suplencias, igual establece las jerarquías en correspondencia. Cada Frente de Guerra es comandado por un integrante de la Dirección Nacional y lo hace con políticas nacionales y con las directrices del Comando Central, desde el Paro armado en el Chocó hasta las operaciones militares en el Catatumbo. Desde luego que las estructuras del ELN no se guían ni con los argumentos de la prensa ni con los deseos del Gobierno o las Fuerzas Militares. Importante resaltar que todos los integrantes de la Dirección Nacional han sido los mejores mandos en los Frentes de Guerra.
Que se diga que el ELN está comprometido con el Narcotráfico, es muy distinto a que lo sea. No porque la DEA y las Fuerzas Militares tengan el plan de involucrarnos con dicho negocio puede darse por hecho que es así. Por ejemplo, cuando la DEA, las Fuerzas Militares o la Policía incautan cocaína, emiten un comunicado señalando al capturado como integrante del ELN, siendo falso y ellos lo saben. Igual acontece con cualquier laboratorio, luego nadie hace seguimiento a la noticia y se queda por hecho verídico.
Desde hace mucho tiempo la humanidad usa unos métodos para establecer la verdad, donde la observación y las matemáticas hacen las relaciones para desentrañar la naturaleza del mundo físico. Ya no es la especulación. Igual en el caso de los comportamientos humanos: observación, patrones de conducta, investigación forense y luego pruebas demostradas. Todo esto se lo pasan por la faja. Sería conveniente que un periodista serio tomara un solo caso de los que han señalado ser obra de algún integrante del ELN y le haga seguimiento hasta demostrar que efectivamente lo era, luego sí podemos hablar del asunto.
Ya desde los tiempos de Hitler y Goebbels la verdad de los hechos pasó a ser secundaria, quienes debían defenderla en su momento se hicieron los de la vista gorda, luego toda la sociedad pagaría las consecuencias. La responsabilidad ante la historia es individual y colectiva, no lo que digamos hoy quedará en el olvido, en el futuro la verdad nos espera.
El problema de fondo es otro. Todos sabemos que el narcotráfico no es un asunto moral, sino económico y al final político. Pues la DEA, las Fuerzas Militares o el Gobierno han sido tolerantes y cómplices con el narcotráfico, pues saben que ese negocio deforma a cualquier colectividad política y, en nuestro caso, le haría perder el rumbo revolucionario, por tanto, facilitaría su destrucción o sometimiento. Mantenerse al margen de dicho negocio ha sido un reto y una lucha para el ELN, y, ha mucho honor, así seguirá siendo. Seguiremos en la lucha del lado del pueblo y la sociedad para hacer de Colombia una nación más justa, democrática y soberana.
Para finalizar, el carácter híbrido de un conflicto está definido por los componentes operacionales regulares o irregulares, así como también por la guerra comunicacional y sicológica. Pero según lo que recoge su artículo, está más relacionado con la actuación de las Fuerzas Armadas del Estado junto a los paramilitares, pues son apoyados y realizan operaciones de la mano con ellos, más ahora que los gringos orientaron el despliegue del paramilitarismo en todo el territorio nacional. Desde luego, eso es una guerra proxy, muy de moda en el mundo.