
por Rolando Astarita
Tal vez las dos cuestiones más importantes, desde un enfoque marxista, de la elección que acaba de realizarse en CABA es, por un lado, el ausentismo récord –votó solo el 53% del padrón-, y por otro lado el hecho de que, por lo menos, el 95% de los votos fueron a candidatos y organizaciones que son enemigas del socialismo y defensoras del sistema capitalista. Más específicamente, si se suman los que apoyan explícitamente (Adorni + Lospenato + Larreta + Marra + Caruso Lombardi) la política del Gobierno nacional, llegamos al 48% de los votos en CABA. A lo que hay que sumar la actitud “benevolente” hacia el gobierno de Milei de la UCR, la Coalición Cívica y el peronismo de derecha, incluida la burocracia sindical. Por eso, los resultados fueron saludados por Wall Street y los inversores locales con subas de los bonos y las acciones.
Por supuesto, el antecedente inmediato de lo ocurrido el domingo último son las elecciones provinciales en Santa Fe, Jujuy, Salta, Chaco y San Luis. Todas apuntan en la misma dirección. Repasemos algunos datos.
13 de abril, Santa Fe
Se eligieron constituyentes provinciales y se realizaron elecciones PASO para cargos municipales y comunales. Ganó la lista “Unidos para Cambiar Santa Fe”, una alianza entre UCR, PRO, Partido Socialista, y liderada por el gobernador radical Maximiliano Pullaro con el 34,6% de los votos. El candidato del peronismo, Juan Monteverde, obtuvo el 15,2%. Le siguió el libertario Nicolás Mayoraz con el 14,1%. Debajo, con el 12,4% de los votos se colocó “Somos vida”, de Amalia Granata (una expresión absolutamente reaccionaria). En Rosario ganó Juan Pedro Aleart, de LLA, con el 31,4% de los votos; en la capital de la provincia la candidata de LLA, Ana Catinani, salió segunda, con el 24% de los votos. La LLA tuvo indudables avances en materia de organización y presencia política.
El FIT obtuvo el 2,1% de los votos. En las PASO de Rosario el 3,8%; 3,1% en la capital de la provincia; 5% a constituyente departamental en Villa Constitución. Claramente, más del 90% de los votos fueron entonces a partidos patronales. Pullaro y la coalición que lideró han colaborado con Milei.
11 de mayo, Jujuy
El frente oficialista “Jujuy crece” encabezado por el gobernador radical Carlos Sadir, llevó como primer candidato a Adriano Morone, presidente de la Juventud Radical. Obtuvo el 38,3% de los votos. El segundo lugar fue para LLA con 21%. En el tercer puesto estuvo el Frente Justicialista, con el 10,8%; seguido por el Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT), con 8,5%.
Además del Frente Justicialista se presentaron otras dos listas peronistas: el “Frente Somos Más”, que obtuvo el 3,9% de los votos; y el Frente Primero Jujuy, con el 3,6%. Sadir está alineado con el ajuste llevado adelante por Milei, “pero con rostro humano”. En términos globales, el 90% de los votos fueron a candidatos y alianzas enemigas del socialismo.
11 de mayo, Salta
La alianza “Por la unidad de los salteños”, del gobernador Gustavo Sáenz, ganó 11 de las 12 bancas del Senado y 20 de las 30 que estaban en juego en Diputados. Sáenz es peronista, identificado con Sergio Massa. En su lista participa LLA, pero no Pro.
Es de destacar que Sáenz perdió en la capital, que reúne el 41% del padrón electoral. Allí se impuso LLA con el 35% de los votos; se afirmó entonces como la principal oposición a nivel provincial, con un senador y nueve diputados. El Frente Justicialista Salteño, conformado por el PJ local y el Partido de la Victoria (kirchnerista), sacó el 6,5% de los votos. “Salta Libre”, un armado libertario no oficial, obtuvo un diputado. Pro, Cambiemos y el kirchnerismo no colocaron ningún diputado.
Con respecto a la izquierda, Claudio Del Plá, del FIT-U, cosechó un 4,3%, quedando en el quinto puesto (el cuarto lugar lo tuvo Frente Juntos por el cambio, con 5,1%). En la capital el FIT-U obtuvo el 4,75%. Además del FIT-U se presentaron el Movimientos Socialista de los Trabajadores, Política Obrera, Partido del trabajo y el pueblo y Nuevo MAS. Sumado a lo que obtuvo el FIT, de conjunto reunieron, en Salta capital, el 14,2% de los votos.
Los legisladores que responden a Sáenz han apoyado al Gobierno de LLA en el Congreso. El Gobierno nacional ha festejado el avance de LLA en la provincia.
11 de mayo, Chaco
En Chaco ganó el gobernador radical Zdero en alianza con LLA, con el 45% de los votos Consiguió ocho de las 16 bancas que estaban en juego para la legislatura provincial; fueron dos a LLA y las seis para Chaco Puede (Zdero). El peronismo fue dividido, por un lado Capitanich y por el otro Atlanto Honcheruk. Entre ambos se van a repartir las ocho bancas restantes. Capitanich obtuvo el 33% de los votos. El Partido Obrero fue solo y obtuvo 9000 votos, el 1,9% de los votos.
11 de mayo, San Luis
La alianza oficialista “Ahora San Luis”, liderada por el gobernador Claudio Poggi, obtuvo el 47% de los votos; 20 puntos más que el Frente Justicialista (26%), encabezado por el ex gobernador peronista Adolfo Rodríguez Saá. Poggi fue en alianza con el también peronista Alberto Rodríguez Saá, enfrentado con su hermano. Logró 12 diputados departamentales (se renovaban 22 bancas) y las cuatro bancas que estaban en disputa para el Senado provincial. También se impuso en ocho de nueve intendencias y en la mayoría de los concejos municipales.
Poggi se inclinaría por apoyar al gobierno de Milei. LLA no presentó lista en estas elecciones y tampoco respaldó a los dos frentes que contaban con libertarios en sus filas: Partido Tercera Posición (diputado Carlos D’Alessandro) y Viva la libertad carajo (Rodolfo Negri, prosecretario en el Senado). Estos partidos tuvieron resultados no desdeñables: 8 y 7% de los votos, respectivamente. Poggi tiene una excelente relación con Caputo y Milei.
Resumiendo: hubo un fortalecimiento de la LLA. En Salta su lista de diputados provinciales fue la más votada en números absolutos. En Jujuy, fue la segunda más votada (menos de la mitad que la primera, pero casi el doble que la tercera). Esto no significa, entre otras cosas, que LLA podría asegurarse un tercio en el Congreso, y con esto ratificar DNU y vetos del Ejecutivo. Es lo que los analistas políticos llaman “fortalecimiento de la gobernanza”.
Por otra parte, en las provincias hubo un claro y generalizado retroceso del peronismo. En Jujuy, donde gobernó hasta 2015, apenas consiguió el 10 % de los votos. En Salta hubo una debacle del PJ, apenas alcanzó el 6,5 % de los votos en la capital provincial y no consiguió un solo legislador por primera vez en la historia provincial. En Chaco Capitanich quedó en segundo lugar, pero muy lejos de la alianza entre el radicalismo y los libertarios. En San Luis también retrocedió el peronismo.
Estos desplazamientos ocurren en el marco de una notoria caída de la participación electoral. En Santa Fe votó el 55,6% del padrón; en Chaco el 52,1%; en Salta el 58,7% de los electores; en San Luis el 60,5% y en Jujuy el 63%. Y, como vimos, en CABA votó solo el 53% de los habilitados para hacerlo.
Argumentos y explicaciones en la izquierda
Un problema que subyace en muchos análisis de la izquierda es la dificultad para reconocer el significado del fortalecimiento de LLA y la derechización de sectores significativos de la población. La idea que parece sobrevolar es que, bien examinadas las cosas, los triunfos de la ultraderecha son más aparentes que reales. En respaldo de este análisis se señala la baja participación electoral. La misma evidenciaría el rechazo, o alejamiento, de porciones significativas de la población con respecto a los líderes y partidos burgueses. Como dice una referente del FIT-U, las elecciones de CABA “mostraron un gran descreimiento y decepción con los partidos patronales”. En la misma línea argumental, se sostiene que la abstención electoral relativiza el resultado de LLA: si esta consiguió el 30% de los votos, y el ausentismo fue del 50%, a la LLA la votó apenas el 15% del padrón. De nuevo, el oficialismo apenas habría obtenido “una imagen de victoria” (al pasar, aplicando este criterio al FIT-U, hay que decir que este ha obtenido el apoyo del 1,5% del electorado).
Vinculado a lo anterior, se sostiene que “la derecha no crece” (comparando con elecciones anteriores) y solo hay una redistribución de los mismos votos entre distintas fuerzas. De esta manera se elude admitir que asistimos a una pronunciada derechización de las masas.
En este marco se enfatiza que el PRO es el gran derrotado; que el peronismo retrocedió en las provincias; y que en CABA solo mantuvo su promedio histórico. Esto significa que “Santoro no pudo consolidar un peronismo de derecha” (lo cierto es que el peronismo obtuvo el mejor resultado en CABA desde 1993). Además, se subrayan algunas votaciones provinciales de la izquierda, como la de Salta. Y que en CABA el FIT-U superó el piso del 3% y logró una banca (sobre dos que ponía en juego).
Retroceso de la izquierda, ataque a la clase obrera
Retomo una idea que expresé en una anterior nota, también referida a elecciones: el problema fundamental que afrontamos, como militantes socialistas, es explicar por qué, ante el callejón sin salida al que el peronismo ha conducido a las masas trabajadoras, estas giran hacia la derecha, o consienten, con la abstención, el avance de la ultraderecha y de partidos patronales que llevan adelante la ofensiva sobre salarios, jubilaciones, regímenes laborales, educación y salud, etcétera.
Recordemos que la idea que se manejó tradicionalmente en la izquierda fue que, cuando el peronismo fracasara, las masas populares girarían a la izquierda. Las tácticas de frente único con el peronismo, incluso de entrismo, estaban orientadas en esa perspectiva.
Era la intención, pero el asunto no resultó. El peronismo atravesó crisis y estuvo recorrido por agudas contradicciones. Pensemos en el gobierno peronista 1973-1976 y la Triple A asesinando militantes y atacando al movimiento obrero; en el PJ, en 1983, pidiendo la amnistía para los genocidas; en las privatizaciones del menemismo; o en el desastroso gobierno Fernández –Cristina Kirchner – Masa. Sin embargo, las rupturas hacia la izquierda en el “movimiento nacional” fueron mínimas. O terminaron domadas (¿acaso los Montoneros no apoyaron a Menem?). Agregando que algo similar podemos decir del partido Radical. Los trabajadores que históricamente siguieron al radicalismo, ahora se abstienen o votan a LLA, el Pro o coaliciones reaccionarias
Este es entonces el problema central: las crisis fueron el caldo de cultivo de salidas de derecha, incluso instrumentadas por el mismo peronismo. No dieron lugar a una alternativa progresista revolucionaria. Lo cual tiene su correlato en lo ocurrido a nivel mundial. Por ejemplo, durante décadas en el trotskismo se pensó que cuando cayera el régimen burocrático soviético las masas trabajadoras impondrían una revolución política para desarrollar la democracia de los productores y el socialismo. Es innecesario señalar que nada de eso ocurrió.
Peor todavía, la mayor parte de la izquierda argentina y latinoamericana caracterizó al chavismo y a Maduro como “progresistas, antiimperialistas y constructores del socialismo siglo XXI”. Así lograron que millones de emigrados venezolanos terminaran rechazando cualquier forma de “socialismo”. ¿Qué “batalla cultural” se puede llevar adelante con semejante mochila?
Un debate necesario en la izquierda
La idea que prevalece en la militancia de la izquierda más radical es que basta con repetir con insistencia unas pocas consignas claves –las más sonadas son “ruptura con el FMI” y “no pagar la deuda externa”- para superar “en la práctica” a los partidos y programas patronales y avanzar hacia una revolución socialista.
Parece sencillo, pero la realidad es que las cosas no resultan de ese modo. Es que si en la población arraiga la creencia de que una salida socialista es imposible y que no hay alternativa al capitalismo, la agitación de la salida-solución revolucionaria no nos saca del pantano. De la misma manera, tampoco nos hacen avanzar simplificaciones del tipo “todos los candidatos son agentes del FMI”, o del imperialismo, etcétera. Una cosa es decir que las alternativas tipo peronismo de izquierda llevan a las masas a callejones sin salida, otra bastante distinta es afirmar que son todos iguales. Una vez más, aparece la necesidad de desarrollar la lucha en planos más amplios que las frases-fórmulas. De ahí la importancia que adquieren, en períodos de avance político e ideológico de la reacción (incluso del oscurantismo), lo que en el socialismo históricamente se llamó la lucha ideológica, o sea, en la teoría. Esta debería acompañar, con al menos el mismo grado de importancia, a los combates cotidianos por reivindicaciones económicas (salarios, jubilaciones, etcétera) y democráticas.
Pensamos que es importante abrir un debate sobre estas cuestiones. El voto de millones de explotados a LLA, al Pro, a alianzas provinciales ultra reaccionarias; el consentimiento de millones de trabajadores a las direcciones sindicales conciliadoras; el giro hacia salidas individualistas –apoliticismo, desesperanza en que se pueda cambiar algo- son datos que no se pueden desconocer. Hay que mirar de frente a las dificultades. Es la base y condición para establecer una política socialista.
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