
por Rolando Astarita
Por estas horas los partidos del FIT-U, y organizaciones trotskistas no integrantes del FIT, se han pronunciado en contra de la condena, por corrupción, de Cristina Fernández de Kirchner. En esta breve nota comento los dos argumentos principales que han esgrimido para esta postura.
El primero, y el más repetido, sostiene que los jueces, fiscales y miembros de la Corte Suprema están «al servicio del poder económico», vinculados a la ultraderecha y a los grandes medios de comunicación alineados, por lo que no pueden condenar a una dirigente política. De hecho. CFK debería ser absuelta.
Pues bien, si este es el argumento, habría que exigir que ningún presidente elegido en elecciones pueda ser juzgado y condenado «por la Justicia al servicio del poder económico». Por ejemplo, habría que haber exigido la libertad de Menem. Recordemos que Menem fue condenado por contrabando y condenado a siete años de presión. Sin embargo, eludió la condena porque era senador. ¿Los socialistas debieron haber reclamado la absolución de Menem? ¿Estaba bien que el Senado fuera el aguantadero de un mafioso por el simple hecho de que recibió muchos votos cuando fue electo presidente? Otros casos: ¿la izquierda en EEUU debió haberse opuesto a la acción de la Justicia contra Nixon, por el caso Watergate? O, más actual, ¿debió oponerse al juzgamiento de Trump por alguna de las muchas acusaciones que pesan sobre él? ¿Qué decir de Bolsonaro, acusado de promover un golpe de Estado? ¿O de Milei implicado en la estafa $Libra? ¿Hay que exigir que ninguno de estos sujetos vaya a la Justicia?
Pero además, ¿por qué restringir el criterio a los presidentes? ¿O a los vicepresidentes? ¿Por qué no incluir a legisladores, gobernadores, intendentes, concejales? Después de todo, fueron votados. ¿Hay que exigir entonces la absolución de Marine Le Pen, en Francia? Las preguntas son retóricas, pero ponen en evidencia la inconsistencia del planteo.
Otro ejemplo, ahora «teórico», muchas veces hemos denunciado al gobierno de Isabel Perón por su apoyo a la Triple A y exigido investigación y justicia por los crímenes cometidos por esa organización de la ultraderecha. Supongamos que hubiéramos tenido éxito y la Justicia (post 1983) hubiese investigado y condenado a Isabel Perón por cómplice o inspiradora de los crímenes de la ultraderecha. ¿Qué diríamos los socialistas? ¿Acaso que no debía ser condenada porque «la Justicia está al servicio del poder económico» y a Isabel en 1973 la votaron millones? Podemos multiplicar los ejemplos. Con la excusa de «no pueden proscribir a Fulano porque tiene muchos votos», se da luz verde para todo tipo de barbaridades.
El segundo argumento para defender a CFK es todavía más simple (e idiota). Dice que CFK no debe ser condenada porque su condena la piden Trump, Am Cham y la ultraderecha internacional. Esto es, no importa si CFK dirigió una operación de saqueo de las finanzas públicas, sino quiénes piden su condena. En el fondo, es el mismo argumento que dan los stalinistas, o la militancia nac & pop, para justificar cualquier tipo de inmundicia. Por ejemplo, no hay que criticar a Maduro porque lo critican «Trump, los empresarios estadounidenses y la ultraderecha internacional». Con el mismo tipo de argumentos, durante décadas se defendieron, o se siguen defendiendo, regímenes burocráticos y represivos. Ejemplo; si al régimen coreano de los Kim lo critican los imperialistas yanquis y la derecha «internacional», tenemos que defenderlo y tapar sus atrocidades.
A estos dos argumentos principales hay que sumar el inevitable toque «nacional-marxista»: a CFK la ataca el imperialismo. Lo cual la tiñe de un tinte progre-izquierdista, muy a gusto del paladar «nac & pop», con el que esta izquierda busca congraciarse a cualquier costo.
Agrego: la corrupción no es un tema menor, históricamente ha hecho mucho daño en sindicatos, organizaciones sociales, incluso en partidos de izquierda. Un líder corrupto no es salida para los oprimidos y explotados. Es desmoralizador, es el camino más rápido para terminar en la frustración y la derrota. La izquierda no debería defender, bajo ninguna excusa, aberraciones como «los bolsos de José López» o «las personas contando dólares en la Rosadita».
Reflexión final: Desde hace décadas la izquierda pretende ganar a las masas peronistas chupándole las medias a las direcciones peronistas. Y cada vez profundiza más en la dirección nacionalista. Es penoso. En este punto mis diferencias con esta izquierda son insalvables.
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