
Télam 06/10/2017 Buenos Aires: . Se conmemoran 50 años del asesinato de Ernesto ´che´ Guevara, el guerrillero que se convirtió en mito. Foto archivo: Rene Burri/ Magnum Photos/lap
José Percy Paredes Coímbra
Este año, el 14 de junio, uno de los hombres más influyentes de la historia contemporánea, cumpliría 97 años; sin duda sería un abuelo cariñoso y sabio, atento a las inquietudes de sus descendientes, con la lucidez y experiencia de un hombre consecuente con sus ideales, inquebrantable en sus principios y, fundamentalmente, con una calidad humana elevada, abierta a abrazar la humanidad, capaz de ver la dignidad y respetar la libertad de cada uno de los seres de este planeta.
Ernesto Guevara de la Serna, el Che Guevara, figura controversial en vida y mucho más después de su asesinato en aquel fatídico octubre de 1967. Allí el mundo perdió a un hijo amoroso y enérgico en su lucha por una humanidad capaz de temblar de indignación ante cualquier injusticia cometida contra cualquier ser humano; perdimos a un hermano capaz de endurecerse sin perder jamás la ternura.
Perdimos al ser físico, al pensador, pero su esencia, su ejemplo, permanece y permanecerá en su obra, su ejemplo y en quienes – generación tras generación – nos sentimos identificados con esos mismos ideales.
El Che fue un hombre adelantado a su tiempo, con una visión única de la humanidad y de la capacidad que tenemos, todos y cualquiera de los seres humanos, de reinventar nuestra historia, nuestra sociedad; capaces de crear una nueva realidad, donde no existan explotados ni explotadores, donde todos tengan la posibilidad de vivir con dignidad y aportar a sus pueblos con su mejor.
Él fue ejemplo del hombre nuevo con el cual soñaba y que propuso como concepto elaborado a lo largo de su vida y que se encuentra plasmado en sus escritos, donde rescató valores como el amor a los pueblos y a la humanidad; un individuo movido por una ética personal intachable, cimentada en la solidaridad, humildad y el deseo, desinteresado, por el bien común. Ese hombre nuevo brilla en la vida del Che que siempre predicó con el ejemplo y no dijo nada que, primero, él mismo no hubiera vivido.
«En la Tierra hacen falta personas que trabajen más y critiquen menos, que construyan más y destruyan menos, que prometan menos y resuelvan más, que esperen recibir menos y dar más, que digan mejor ahora que mañana.» (Che)
Bajo esa premisa el Che llevó su vida; salió de su natal Rosario – Argentina, se formó médico y se lanzó en un viaje por Latinoamérica hasta unirse a Fidel Castro en México, participó activamente de la revolución cubana, al punto de ser considerado hijo y prócer cubano. Siendo consecuente con el hombre nuevo que planteó, dejó los cargos y honores de Cuba para continuar su lucha por la libertad y justicia en otros países del planeta.
El pensamiento, la vida y obra del Che Guevara, tuvo una profunda influencia en los movimientos sociales, sindicales y de liberación en todo el mundo, y sigue teniendo influencia aún en este nuevo siglo; especialmente la juventud se siente identificada con este hombre nuevo que tuvo la capacidad de exteriorizar amor aún en circunstancias difíciles, donde las decisiones tomadas, literalmente, podían costarle la vida.
«Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor.» (Che)
En su momento, el Che luchó contra la violencia estructural, empotrada en los cimientos mismos de la sociedad; esa fue la lucha revolucionaria, la más visible de sus batallas, sin embargo, también se levantó contra la violencia cultural que normaliza la desigualdad, la violencia contra lo que no conocemos, la desconfianza hacia lo diferente, la intolerancia y la corrupción. Es decir, normaliza todo aquello que desprecia al ser humano, todo aquello que nos divide y separa de la comunidad humana que somos.
Mientras existan estructuras que permitan y hasta impulsen la desigualdad, allí se erguirá el Che y su legado. El hombre y la mujer nuevos, no rifarán jamás su libertad y soberanía y no descansarán hasta que todos y todas puedan acceder a una vida digna, hasta que todos y todas puedan vivir bien, no solamente sobrevivir.
Vinimos a este mundo a realizar nuestros sueños plenamente, no sólo a sobre llevar la vida; es nuestro deber como hombres y mujeres nuevos, realizar nuestros sueños, desarrollar todo nuestro potencial y, justamente por esto, abogaba nuestro hermano Che Guevara.
Su pensamiento no se limitó a los años de dictadura o de sometimiento, su pensamiento y obra se extienden a siglos, como se extienden las alas del cóndor por encima de cordilleras y valles; es tan actual como la tecnología que hoy vivimos, llega a cada rincón del planeta.
Quien tiene oídos para escuchar lo oirá y quienes tienen ética y un amor entrañable por la libertad y la humanidad serán los nuevos «Che», porque su legado no trata sólo de lucha armada, su legado es fundamentalmente de DIGNIDAD.
Se trata de recuperar lo que gobiernos y élites nos quitaron o nos quieren quitar. Los hombres y mujeres nuevos no descansaremos mientras las injusticias sigan impunes, no descansaremos mientras no se respete a cada ser humano y se le brinde condiciones para llevar una vida plena, con salud y educación de calidad para todos, con trabajos con remuneración digna, con incentivos y apoyo a quienes deciden emprender sus propios negocios.
El espíritu del Che sigue y seguirá sobrevolando nuestra realidad, sigue y seguirá orientando a todos quienes se indignen ante la injusticia.
Su legado es de profundo amor a la humanidad y de PAZ, de esa paz que se vive cuando existe justicia, equidad y respeto por las diferencias. La inspiración que nos dejó como regalo desinteresado es la que movió, mueve y moverá a las personas de bien que no sólo sueñan, sino que construyen día a día, con su accionar y ejemplo, una sociedad que respeta a todos y todas, que valora el aporte de cada miembro de la comunidad humana.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡¡Venceremos!!