
por Ricardo Candia Cares
Las cosas deben andar muy malas en las proyecciones electorales de Carolina Tohá como para intentar asustar a la gente con un anticomunismo primitivo que la desnuda como una política intrínsecamente apropiada del modelo que intenta administrar desde la presidencia.
Su triste argumentación se relaciona con el estado de colonización derechista que ha venido afectando a un número creciente de pequeño burgueses tirados a izquierdistas sin tener idea de lo que es eso.
Alguna vez posaron para una moda que se les evaporó no bien se dieron cuenta que, tratándose de poder, más vale estar del lado de los poderosos. Y alguna otra vez volverán a cambiar de trillo, si las cosas se tornan de otra laya.
Es su naturaleza despojada de principios.
Para Tohá, la pobreza, o riqueza, se mide como la miden los poderosos: en cuánto dinero ganan los que han ganado siempre. Su referencia inmediata es ese 1% que en Chile se lleva la mitad de toda la riqueza, que son, y no es ninguna casualidad, esos mismos que estuvieron detrás de la matanza inaugurada un martes nublado y que encarcelaron, torturaron y asesinaron, entre otros miles, al padre de la exministra.
Tohá representa lo peor del anticomunismo porque de tanto en tanto se maquilla o camufla de una cierta simpatía izquierdista que no da ni para una sopa.
Usa algo que ella sabe que existe: ese anticomunismo que en diecisiete años de repetición constante y por todos los medios la dictadura logró dejar anclada en la sociedad chilena, debilitada en su capacidad crítica, cooptada por el brillo del éxito fácil, y, por sobre todo, manipulada por la cultura de la deuda y del pago precio contado de lo que sea.
No sabemos en qué momento Tohá va a advertir de tanques rusos en La Moneda y niños siendo llevados a Cuba.
Asistimos a una espectáculo del orden democrático en el que supuestos amigos se sacan los ojos con el solo propósito de ganar votos que les permitan estar en la papeleta definitiva. El método de Tohá es de un cinismo elevado a lo sumo, y de una indignidad e insolencia de la que debería dar cuenta alguna vez.
Resulta risible el encono con que se enfrentan los precandidatos originados en el oficialismo si se considera que serán aliados en un hipotético gobierno futuro.
Y ahí, la exministra hace el juego que le corresponde porque sabe que esos argumentos falaces, desesperados y torpes, le podrían traer réditos electorales en el redil de la derecha.
Pocas cosas tan apetecidas por la ultraderecha como cuando una pseudo izquierdista se pone de su lado en el aspecto más profundo de sus convicciones: el anticomunismo. Ese que empieza con palabras groseras y falsas y siempre ha terminado con perseguidos, encarcelados, torturados, desaparecidos y fusilados.
¿O la historia no da para eso?
Los comunistas sabemos que siempre la sombra parda del fascismo puede superar sus marcas anteriores.
Mientras tanto ¿qué pasa en Chile con la pobreza que en opinión de Tohá solo es generada por los comunistas?
Para decirlo en breve, Chile se cae de a pedacitos sin prisa, pero sin pausa, y la pobreza, con celular, parabólicas y ropa usada, avanza a paso firme. Esa pobreza que, por la intermediación entusiasta de la exministra y sus adláteres, se refleja en una educación, una salud, previsión, barrios, cultura y lo que usted se le ocurra, para pobres.
Lo cierto es que la pobreza es generada por el capitalismo porque una de sus principales condiciones existenciales es que para que haya algunos ricos, es necesario que haya muchos pobres.
Tohá parece no darse cuenta de que lo que sucede en el mundo es producto precisamente del fracaso no del socialismo, sino del capitalismo.
Vea cómo está la vasalla Europa, vea los números de la exmayor potencia del mundo, USA, y observe como declinan. Vea como es el capitalismo el que ha entrado en una debacle que se puede tornar muy peligrosa.
Y vea como China, un país dirigido por su partido comunista no solo es el mayor socio comercial de Chile, sino que ya se alza como la primera potencia en casi todo. Vea como la economía china ha logrado proezas que solo el socialismo, en el tono y tipo que se quiera, puede hacer.
Cuando el Partido Comunista chileno fue parte de esa gloriosa epopeya que encabezó el más digno presidente que esta tierra haya tenido, Salvador Allende, no fue la pobreza la que creció. El pueblo explotado pudo comprobar cómo se le arreglaba la vida, cómo subían sus ingresos, como ganaba en dignidad, en cultura y cómo las variables que tenían que ver con la vida de las personas más carenciadas, aumentaban notablemente.
Tohá falsea y caricaturiza la historia. No la de hace años, sino la de ayer en la tarde. Ella misma es una falsedad.
Intenta desplegar una herramienta que siempre que ha sido usada por quienes han sido capaces de los crímenes más abyectos enarbolando esas mismas banderas. Eso mismo que luego se despliega en persecución, torturas, asesinato y desaparición y no solo de los malvados comunistas.
Tohá busca la simpatía y el voto del anticomunismo que está instalado en los sectores de derecha utilizando el ejemplo de las comunas más ricas del país que se volcaron para votar por Gabriel Boric para cruzarse a la irrupción del comunista Daniel Jadue, en aquellas primarias.
¿Recuerda estos resultados? Ñuñoa 67,5%, La Reina 73,2%, Lo Barnechea 76,4%, Providencia (76,6%), Las Condes (84,5%) y Vitacura (89,5%), a favor de Boric.
Anótelos por ahí porque ese fenómenos se va a repetir el 29 de junio para regocijo de Carolina Tohá.