
por Raúl Zibechi
Los, las protagonistas, fueron las bases de apoyo de los doce caracoles, milicianos y milicianas del EZLN, quienes construyeron en el semillero de Morelia los espacios que albergaron a las delegaciones de México y del mundo, cuidaron de los asistentes y escenificaron obras teatrales que nos permitieron comprender más a fondo los caminos que seguirán transitando en los próximos años.
Un rasgo sumamente esperanzador, aunque nada novedoso, fue la abrumadora presencia de jóvenes y jóvenas, en particular entre las y los milicianos, y entre quienes representaron las obras teatrales. Las obras merecen un comentario aparte. No sólo crearon los guiones, los decorados y vestimentas, algunas realmente notables, sino que debieron coordinarse desde las más diversas zonas, lo que supuso, creemos, un trabajo de meses, extenso, intenso.

Hubo una ceremonia de apertura realizada por milicianoas, en apoyo al pueblo palestino, pero no hubo acto de clausura. Sólo un sencillo agradecimiento del Sub Moisés a los asistentes y a las bases de apoyo. Sin más, cerró el encuentro para dar paso a la poesía, la música y el baile en el que participaron, como cada noche, miles de bases de apoyo y asistentes de las más diversas geografías.
Las comparticiones de delegados de movimientos y organizaciones de 45 países, ocuparon el grueso del tiempo, a las que asistieron las bases de apoyo mientras las milicianoas las seguían desde cierta distancia. Fueron muchas horas de escucha, de esa escucha serena y atenta que las y los zapatistas nos enseñan con generosa humildad.

El papel de Moisés fue determinante, más notable aún porque el capitán Marcos no tomó la palabra. Intervino en muchas comparticiones, aportando una mirada fresca y siempre impredecible, con ejemplos sencillos de la vida cotidiana, con infinita paciencia para hacerse entender, y esta vez portando una pipa que, quién sabe, pareció un homenaje al capitán, por los modos, las maneras de fumar y hasta de lanzar el humo al aire.
Una amplia delegación internacional y mexicana se acercó hasta el caracol Dolores Hidalgo, donde se está construyendo el quirófano donado por la solidaridad europea, y un gran hospital que está siendo levantado en común por zapatistas y no zapatistas. Será una obra necesaria para los pueblos de la región y motivo de orgullo para el movimiento.

Los dos últimos días fueron de preguntas de los asistentes a la comandancia, una persona por cada caracol, mitad varones y mujeres. En un sólo día dedicaron más de cuatro horas consecutivas a responder las cuestiones más diversas, algunas bien interesantes, otras menos, pero siempre respondieron con buena onda y humor zapatista.
El comedor El Común fue una auténtica maravilla. Allí Marijose y el chef Ramón cocinaron deliciosos desayunos, tacos, tortas y otras comidas, en un enorme espacio donde 80 zapatistas trabajaron en la cocina o de meseras, durante 20 horas diarias manteniendo el buen ánimo y ese espíritu de entrega que, por sí sólo, es mucho más que un programa revolucionario.

Quienes tuvimos el privilegio de asistir rápidamente nos olvidamos de la lluvia y del barro para disfrutar del espacio, de las comparticiones, de las charlas informales entre asistentes y, sobre todo, con las bases zapatistas. Fueron días maravillosos que albergaremos por siempre en nuestros corazones.
¡¡¡Gracias al EZLN!!!
¡¡¡Gracias a la vida!!!





Fotos: Luis Enrique Aguilar
Fuente: Desinformémonos