
por Julio C Gambina
Luego del resultado electoral bonaerense, el gobierno de Javier Milei confirma el rumbo “ortodoxo” de su mensaje originario por el ajuste del gasto público social y la regresiva reestructuración económico social. Es lo que sostuvo en su mensaje de reconocimiento de la derrota por más de 13 puntos en la Provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre pasado, afirmando que se trató de un problema político, de armado de la propuesta electoral, pero no de rechazo a la política económica gubernamental.
Es lo que sostiene en los vetos a la Ley de Financiamiento Universitario, a la Ley de Emergencia Pediátrica, y a la disposición de distribución de Aportes del Tesoro Nacional a las provincias, y lógicamente, en su mensaje de presentación del Presupuesto 2026.
La lectura política del presidente y su gobierno es que aún subsiste la crítica a la gestión anterior, que se mantiene el rechazo de una parte importante de la sociedad y del electorado al kirchnerismo, al peronismo, al populismo. Son calificaciones políticas identificadas como de “izquierda” para la lógica discursiva de los liberales libertarios ajustadores.
La izquierda, sea la parlamentaria o la que se manifiesta en el movimiento popular, en la cultura o en el pensamiento, sostiene una propuesta de crítica al capitalismo y por lo tanto a las políticas esenciales aplicadas por distintos gobiernos, en particular en lo atinente al endeudamiento y al modelo productivo primario exportador y la lógica derivada en la distribución del ingreso y de la riqueza.
Nada distinto puede esperarse de la iniciativa gubernamental que no transite por el carril de la ortodoxia liberal, monetarista, con discurso anti Estado, pero con una gran participación estatal en la inducción de normas favorables a la ganancia.
En estas horas vuelve el “cepo”, o restricciones al comercio de divisas, mediante resoluciones de la Comisión Nacional de Valores; o “negociando” con la banca ofreciendo bajas de las tasas de interés y compromisos de adecuación de los banqueros a la política cambiaria oficialista. La intención es que el tipo de cambio no rebase el techo de la banda de flotación, por lo menos hasta el 26/10, tratando de frenar la presión por la devaluación y seguir anclando en el precio del dólar el combate a la inflación, principal objetivo de la política oficial.
El ancla cambiaria y salarial son los ejes del gobierno, todo para sostener la tendencia a la baja de los precios, aun con desaceleración económica vía caída del consumo popular por retracción de ingresos en la mayoría de la sociedad. La especulación oficialista se asienta en la asistencia financiera externa, en la palabra de Scott Bessent, quien en su visita de abril pasado sostuvo que, si era necesario, el Tesoro estadounidense estaba dispuesto a financiar necesidades de la Argentina. No alcanza con el FMI, si además el riesgo país se mantiene por encima de los 1.000 puntos, negando todo acceso al mercado financiero mundial.
Protesta social y oposición política
A la iniciativa del gobierno se le opone una creciente resistencia social que se manifiesta en rechazo a la política de ajuste de la motosierra y la licuadora, a la que se suma el novedoso reagrupamiento en el Congreso en rechazo a los vetos presidenciales. La disputa es fuerte en ambos planos, en la calle y en el recinto parlamentario.
En la calle se manifiesta crecientemente el rechazo organizado a la política antipopular, aún con insuficiente articulación producto de reclamos fragmentados por temas específicos, que requieren síntesis integradora para unificar la protesta contra el ajuste.
Será visible en estas horas la lucha contra los vetos presidenciales, un desafío para acrecentar la masividad del reclamo social.
La discusión al interior del Congreso se asocia a los proyectos políticos en tiempos de renovación legislativa, junto al impacto que allí pueda generar la ampliación y masividad de la resistencia social a la política oficial.
Está cambiando la situación política a partir de un importante traspié del proyecto liberal libertario en la Provincia de Buenos Aires. Por eso, Milei pretende retomar la iniciativa política y afirma el rumbo ortodoxo, habilitando la emergencia de opciones para la gestión del capitalismo local. ¿Morirá con las botas puestas? Ese parece ser el mensaje, que hasta hace unos días parecía funcionar.
Sigue estando ausente un proyecto alternativo, que se proponga ir más allá de la gestión del capitalismo y que genere entusiasmo social de mayoría por otro rumbo político y social. Eso requiere modificar la agenda de debate y más que discutir el dólar, hace falta centrar la preocupación en la alimentación, la salud, la educación, la vivienda, la cotidianeidad de la mayoría de la población.
No es la agenda mediática, por cierto, sí la que necesita la población que sufre la ofensiva del capital y de la ultraderecha. Esa nueva agenda es un objetivo que para ser realidad necesita sustentar una confrontación con el poder local: el gran capital, y global; las transnacionales y el FMI; todos detrás de los gobiernos del capitalismo en el país.
Se requiere enfrentar la hipoteca del endeudamiento y afirmar las experiencias y reivindicaciones de un amplio movimiento popular que construyó su programa en una larga historia de organización y lucha. Esas reivindicaciones y experiencias en conjunto expresan un nuevo modelo productivo y de desarrollo, que necesita articularse y masificarse para entusiasmar a buena parte de la sociedad en un rumbo para resolver necesidades sociales.
Son propuestas que trascienden la coyuntura electoral, sea cual sea el resultado de la renovación legislativa de medio término.
Imagen, Pixabay
Fuente: Blog de Julio C Gambina